domingo, 23 de septiembre de 2012

reinventar futuro

Entevista a Foucault Presentando un libro que saldrá en octubre "El poder. Una bestia magnífica"

http://www.lanacion.com.ar/1509936-michel-foucault-la-maxima-aspiracion-del-poder-es-la-inmortalidad?fb_action_ids=10151157413729411&fb_action_types=og.likes&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=288381481237582

Interesa:
La revisión que hace sus obras, marcando su intereses de enunciación.
La necesidad de no hacer profecías y analizar desde la realidad.
Para Foucault el origen de todos los males: el hombre se cree inmortal.
Lectura que realiza de Marcuse y Marx.

Cierra el artículo con una frase interesante.


Viernes 21 de septiembre de 2012 | Publicado en edición impresa
Autorretrato intelectual.

Michel Foucault: la máxima aspiración del poder es la inmortalidad



Esta entrevista inédita en español, que se incluye en El poder, una bestia magnífica, volumen que Siglo XXI publicará en octubre, da testimonio de la actualidad de las ideas del pensador francés, fallecido en 1984. La locura, el dominio y la sexualidad, en un diálogo que es, al mismo tiempo, un repaso de su trayectoria

Por Jerry Bauer |
Ver comentarios






¿Por qué usted, sin ser antropólogo, se interesa más, desde un punto de vista filosófico, en la estructura de las instituciones que en los mecanismos evolutivos?

-Lo que trato de hacer -y siempre traté de hacer desde mi primer verdadero libro, Historia de la locura en la época clásica- es poner en tela de juicio por medio de un trabajo intelectual diferentes aspectos de la sociedad, mostrando sus debilidades y sus límites. De todas maneras, mis libros no son proféticos y tampoco un llamado a las armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérselos bajo esa luz. La meta que se proponen es explicar del modo más explícito -aun cuando a veces el vocabulario sea difícil- las zonas de la cultura burguesa y las instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los pensamientos cotidianos del hombre.

-La palabra clave de todos sus libros parece ser "poder", ya se lo entienda en el sentido de poder disciplinario, poder de la medicina mental o poder omnipotente de la pulsión sexual?

Foucault aseguraba en 1978 que le molestaba que sus libros fueran considerados proféticos: su meta era explicar las instituciones que influyen en la cotidianidad del hombre.. Foto: Jerry Bauer / opale / Dachary



-Está claro, procuré definir las estrategias del poder en ciertos ámbitos. Por ejemplo,
Vigilar y castigar se inicia con un "teatro del terror", la puesta en escena espectacular que acompañaba las ejecuciones públicas hasta el siglo pasado. Se suponía que ese ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la mano omnipotente de la justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de los espectadores grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos. Con frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En nuestros días el control es menos severo y más refinado, pero no por ello menos aterrador. Durante el transcurso de nuestra vida todos estamos atrapados en diversos sistemas autoritarios; ante todo en la escuela, después en nuestro trabajo y hasta en nuestras distracciones. Cada individuo, considerado por separado, es normalizado y transformado en un caso controlado por una IBM. En nuestra sociedad, estamos llegando a refinamientos de poder en los que ni siquiera habrían soñado quienes manipulaban el teatro del terror.

-¿Y qué podemos hacer?

-El punto en que nos encontramos está más allá de cualquier posibilidad de rectificación, porque la concatenación de esos sistemas ha seguido imponiendo este esquema hasta hacerlo aceptar por la generación actual como una forma de la normalidad. Sin embargo, no se puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de los individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias humanas.

-No sólo crítico, usted es, además, un rebelde.

-Pero no un rebelde activo. Jamás desfilé con los estudiantes y los trabajadores, como lo hizo Sartre. Creo que la mejor forma de protesta es el silencio, la total abstención. Durante mucho tiempo me parecieron intolerables los aires que se daban algunos intelectuales franceses y que les flotaban encima de la cabeza como las aureolas en algunos cuadros de Rafael. Por eso me fui de Francia. Me marché a un exilio total y maravilloso, primero en Suecia, donde dicté clases en la Universidad de Uppsala, y después en un lugar que es todo lo contrario, Túnez, donde viví en Sidi Bou Said. De esa luz mediterránea puede decirse sin lugar a dudas que acentúa la percepción de los valores. En África del Norte se toma a cada uno por lo que vale. Cada uno debe afirmarse por lo que dice y hace, no por lo que ha hecho o por su renombre. Nadie pega un salto cuando se dice "Sartre"?

-Ahora usted es aclamado como el lógico sucesor de Sartre?

-Sartre no tiene sucesores, así como yo no tengo predecesores. Su intelectualismo es de un tipo extremadamente inusual y particular. Y hasta incomparable. Pero el mío no es de ese tipo. No siento ninguna compatibilidad con el existencialismo tal como lo definió Sartre. El hombre puede tener un control completo de sus propias acciones y su propia vida, pero hay fuerzas capaces de intervenir que no pueden ignorarse. Para serle franco, prefiero la sensibilidad intelectual de R. D. Laing. En su ámbito de competencia, Laing tiene algo que decir y lo vuelca en el papel con claridad, espíritu e imaginación. Habla en función de su experiencia personal, pero no hace profecías. ¿Por qué, entonces, habríamos de formular profecías, cuando éstas rara vez se cumplen? De la misma manera, admiro a Chomsky. Tampoco él profetiza: actúa. Participó activamente en la campaña norteamericana contra la Guerra de Vietnam, con sacrificio de su trabajo pero en el marco de su profesión de lingüista.

-Aparentemente, usted insiste mucho en la vida mental opuesta a la vida física.

-La vida mental abarca todo. ¿No dice Platón más o menos esto: "Jamás estoy tan activo como cuando no hago nada"? Hacía referencia, desde luego, a las actividades intelectuales, que en el plano físico casi no exigen, tal vez, otra cosa que rascarse la cabeza.

-¿Sus intereses siempre fueron filosóficos?

-Como mi padre, me incliné hacia la medicina. Pensaba especializarme en psiquiatría, por lo cual trabajé tres años en el hospital Sainte-Anne de París. Tenía veinticinco años, era muy entusiasta -idealista, por así decirlo- y contaba con una buena cabeza y un montón de grandes ideas. ¡Aun en ese momento! Fue entonces cuando conocí a alguien a quien llamaré Roger, un internado de veintidós años. Lo habían mandado al hospital porque sus padres y amigos temían que se hiciese mal y terminara por autodestruirse durante una de sus frecuentes crisis de angustia violenta. Nos hicimos buenos amigos. Lo veía varias veces al día durante mis guardias en el hospital, y empezó a caerme simpático. Cuando estaba lúcido y no tenía problemas, parecía muy inteligente y sensato, pero en algunos otros momentos, sobre todo los más violentos, era preciso encerrarlo. Lo trataban con medicamentos, pero ese tratamiento demostraba ser insuficiente. Un día me dijo que nunca lo dejarían irse del hospital. Ese horrible presentimiento provocaba un estado de terror y éste, a su vez, generaba angustia. La idea de que podía morir lo inquietaba mucho y llegó a pedir que le hicieran un certificado médico donde constara que nunca lo dejarían morir; como está claro, la solicitud se consideró ridícula. Su estado mental se deterioró y al final los médicos llegaron a la conclusión de que, si no se intervenía con rapidez de la forma que fuera, se mataría. Así, con el consentimiento de su familia, procedieron a hacer una lobotomía frontal a ese joven excepcional, inteligente, pero incontrolable? Por más que el tiempo pase, y haga yo lo que haga, no consigo olvidar su rostro atormentado. Muchas veces me pregunté si la muerte no era preferible a una no existencia, y si no se nos debería brindar la posibilidad de hacer lo que queramos con nuestra vida, sea cual fuere nuestro estado mental. En mi opinión, la conclusión evidente es que aun el peor dolor es preferible a una existencia vegetativa, porque la mente tiene realmente la capacidad de crear y embellecer, incluso a partir de la más desastrosa de las existencias. De las cenizas siempre surgirá un fénix?

-Lo veo optimista.

-En teoría, pero la teoría es la práctica de la vida. En el fondo de nosotros mismos sabemos que todos los hombres deben morir. La meta inevitable hacia la cual nos dirigimos desde el momento en que nacemos queda entonces demostrada. De todas formas, la opinión común parece ser diferente: todos los hombres se sienten inmortales. ¿Por qué, si no, seguirían los ricos abultando sus cuentas bancarias y haciéndose construir suntuosas viviendas? La inmortalidad parecería ser la preocupación del momento. Por ejemplo, algunos científicos están muy atareados en calcular, por medio de máquinas de alta tecnología, acontecimientos que deberían verificarse dentro de millares de años. En los Estados Unidos hay un interés creciente por la hibernación del cuerpo humano, al que en una época ulterior debería volver a llevarse a la temperatura normal. Cada año la preocupación por la inmortalidad aumenta, aunque una cantidad cada vez más grande de personas mueran de un infarto a causa del tabaco y la alimentación excesiva. Los faraones nunca encontraron la solución al problema de la inmortalidad, ni siquiera cuando se hicieron enterrar con sus riquezas, que esperaban llevar consigo. Dudo mucho de que seamos nosotros quienes resolvamos ese problema. Algunas palabras bien escogidas pueden ser más inmortales que una masa de ectoplasma congelado?

-¿Y estamos de nuevo hablando del poder?

-Alcanzar la inmortalidad es la máxima aspiración del poder. El hombre sabe que es destructible y corruptible. Se trata de taras que ni siquiera la mente más lógica podría racionalizar. Por eso el hombre se vuelve hacia otras formas de comportamiento que lo hacen sentirse omnipotente. A menudo son de naturaleza sexual.

-Usted ha hablado de ellas en el primer volumen de su Historia de la sexualidad .

-Algunos hombres y algunas sociedades consideran que mediante la imposición de controles a las manifestaciones sexuales y el acto sexual es posible imponer el orden en general. Se me ocurren varios ejemplos. Hace poco, en China se propusieron lanzar una campaña en las escuelas contra la masturbación de los jóvenes, una iniciativa que invita a trazar una comparación con la campaña que la Iglesia emprendió en Europa hace prácticamente dos siglos. Me atrevería a decir que hace falta un Kinsey chino para descubrir cuál fue el éxito obtenido. ¡Sospecho que esto es como prohibirle a un pato acercarse al agua! En Rusia, la homosexualidad es aún un gran tabú, y de ser sorprendido en flagrante delito de violación de la ley uno termina en la cárcel y en Siberia. De todas formas, en Rusia hay probablemente tanta homosexualidad como en otros países, pero sigue encerrada en el clóset. Objetivamente, es muy curioso que para desalentar la homosexualidad se encierre a los culpables en la cárcel, en estrecho contacto con otros hombres? Se dice que en la calle Gorki hay tanta prostitución de ambos sexos como en la place Pigalle. Como siempre, la represión no ha conseguido sino hacer más seductores los encuentros sexuales, y aún más excitante el peligro cuando se lo corre con éxito. La prostitución y la homosexualidad están explotando tanto en Rusia como en las otras sociedades represivas. Es poco común que sociedades como ésas, sedientas de poder como suelen serlo, tengan en esos ámbitos visiones intuitivas.

-¿Por qué elegir el sexo como chivo expiatorio?

-¿Y por qué no? El sexo existe y representa el noventa por ciento de las preocupaciones de la gente durante gran parte de las horas de vigilia. Es el impulso más fuerte que se conozca en el hombre; en diferentes aspectos, más fuerte que el hambre, la sed y el sueño. Disfruta incluso de cierta mística. Se duerme, se come y se bebe con otros, pero el acto sexual -al menos en la sociedad occidental- se considera como una cuestión del todo personal. Por supuesto, en ciertas culturas africanas y aborígenes se lo trata con la misma desenvoltura que a los demás instintos. La Iglesia heredó los tabúes de las sociedades paganas, los manipuló y elaboró doctrinas que no siempre se fundan en la lógica o la práctica. Adán, Eva y al mismo tiempo la serpiente perversa se convirtieron en imágenes en blanco y negro de comprensión inmediata, que podían constituir un punto de referencia aun para las mentes más simples. El bien y el mal tenían una representación esencial. La significación de "pecado original" pudo grabarse de manera indeleble en las mentes. ¿Quién habría podido prever que la imagen residual iba a sobrevivir durante tantos siglos? [...]

-¿A qué o a quién atribuye usted la erosión de la influencia ejercida por la Iglesia y la mayor comprensión hacia cualquier forma de práctica sexual?

-No podemos subestimar la influencia de un señor que se llama Freud. Sus teorías no siempre eran ciento por ciento correctas, pero en cada una de ellas había una parte de verdad. Freud trasladó la confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván del psicoanalista. La imagen de Dios ya no vino a resolver los conflictos: dejó su lugar al individuo mismo a través de la comprensión de sus actos. Esa resolución ya no era algo que podía obtenerse en cinco minutos de alguien que se declaraba superior porque estaba al servicio de una fuerza más elevada. Freud jamás tuvo esas pretensiones. El individuo debía ser su propio dios, por lo cual la responsabilidad de la culpa recaía por entero sobre sus hombros. ¡Y la responsabilidad siempre es lo más difícil de aceptar!

-¿No cree usted que el psicoanálisis se ha convertido en un instrumento expiatorio fácil para nuestro problema?

-Esa tendencia existe, pero más preocupante es quizás el hecho de que el psicoanálisis ya no sea un instrumento sino una fuente de motivación. Freud elaboró una teoría relativa a la precoz naturaleza sexual de los niños. Como es obvio, los psiquiatras no esperaban que los niños se prestaran a verdaderos actos sexuales; de todas maneras, no resultaba tan fácil explicar su manera de chupar el pecho o la búsqueda automática de tal o cual parte erógena de su propio cuerpo. Por desgracia, a continuación se llegaron a connotar en términos sexuales hasta la comida del niño, las historietas que leía o los programas de televisión que miraba. Sería fácil concluir que en todo eso los psicoanalistas leían más de lo que realmente había. Así, esos niños quedan hoy encuadrados por un mundo sexualmente orientado -creado por accidente para ellos y no por ellos-, un mundo que, en esta fase del desarrollo, les ofrece bien pocas ventajas.

-En su último libro, Herculine Barbin llamada Alexina B. , usted despliega el tema del cambio de sexo.

-Estaba haciendo algunas investigaciones para la Historia de la sexualidad en los archivos del departamento de Charente-Maritime cuando me cayó en las manos la extraordinaria relación del caso de una mujer cuyo estado civil debió rectificarse y a la que hubo que anotar como hombre. Los casos de cambio de sexo son corrientes en nuestra época, pero en general se trata de hombres que se convierten en mujeres. Vienen a la mente de inmediato ejemplos como el de Christine Jorgensen, que después fue actriz, o el de la célebre Jan Morris. Como sea, la mayoría de las mujeres transformadas en hombres tenían, al parecer, los órganos de los dos sexos y la transformación estaba determinada por la preponderancia de la hormona masculina o la hormona femenina. El caso de Alexina B. fue extraordinario no sólo debido al aspecto físico, sino también a la masa de documentos exhaustivos y de acceso inmediato: esencialmente, informes de médicos y abogados. En consecuencia, pude estudiarlo en sus grandes líneas. Alexina B. descubrió la incongruencia de su propia personalidad cuando se enamoró de otra mujer. Si se tiene en cuenta que esto sucedía en el siglo XIX y, más aún, en una pequeña ciudad de provincia, es interesante advertir que ella no procuró reprimir sus sentimientos como desviaciones homosexuales y dejar todo como estaba. De haber sido así, no habría nada que escribir sobre el tema?

-Al parecer, usted siente una fascinación intensa por la exposición cronológica y el análisis de un acontecimiento real. También ha publicado Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano?

-Medio siglo, pero pocos kilómetros, separan a Pierre Rivière de Herculine Barbin. En cierto sentido, ambos reaccionaban contra el medio y la clase social en los que habían nacido. No considero que el acto de Pierre Rivière -si bien engloba un matricidio y tres homicidios- sea la afirmación de una mente atormentada o criminal. Es una manifestación de increíble violencia si se la compara con la de Herculine, pero la sociedad campesina normanda en la cual creció Pierre aceptaba la violencia y la degradación humanas como un elemento de la vida cotidiana. Pierre era un producto de su propia sociedad, así como Herculine lo era de su sociedad burguesa y nosotros lo somos de nuestro medio sofisticado y mecanizado. Después de cometido su crimen, Pierre podría haber sido capturado con mucha facilidad por los demás habitantes de la aldea, pero éstos tenían la sensación de que no era un deber de la colectividad administrar justicia por su propia cuenta. Estaban convencidos de que era el padre de Pierre quien debía asumir el papel de vengador y rectificar la situación. Algunos críticos consideraron mi libro sobre Pierre Rivière como una reafirmación de la teoría existencial, pero en mi opinión eso es absurdo. Veo a Pierre como la imagen de la fatalidad de su tiempo, exactamente como Herculine reflejaba el optimismo de fines del siglo pasado, cuando el mundo era fluido y podía pasar cualquier cosa, cualquier locura.

-Pero Pierre Rivière podría convertirse fácilmente en una ilustración clínica extraída de laHistoria de la locura en la época clásica ?

-La psiquiatría contemporánea sostendría que Pierre se vio obligado a cometer su horrible crimen. Pero ¿por qué debemos situarlo todo en el límite entre salud mental y locura? ¿Por qué no podríamos aceptar la idea de que hay personas totalmente amorales que caminan por la calle y son absolutamente capaces de cometer homicidios o infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa o escrúpulo de conciencia algunos? ¿Hasta qué punto Charles Manson está loco, hasta qué punto los asesinos de niños que deambulan en libertad por Inglaterra están locos? O, en una escala mucho más grande, ¿cuál era el grado de locura de Hitler? La psiquiatría puede llegar a conclusiones basadas en tests, pero aun el mejor de estos puede falsificarse. Yo me limito a sostener que todo debe juzgarse desde su propia perspectiva y no en función de precedentes eventualmente verificados. En la Historia de la locura traté, en sustancia, de investigar la aparición del concepto moderno de enfermedad mental y de las instituciones psiquiátricas en general. Me incliné a incorporar mis reflexiones personales sobre la locura y sus relaciones con la literatura, sobre todo cuando afectaba a grandes figuras como Nietzsche, Rousseau y Artaud. ¿Puede una forma de locura originarse en la soledad impuesta por la profesión literaria? ¿Es posible que la composición química de un escritor estimule metabólicamente las raíces de la locura? Éstas no son, por cierto, preguntas que puedan encontrar respuesta mediante una simple presión sobre el teclado de una computadora IBM.

-¿Cuál es su posición con respecto a los diferentes movimientos de liberación sexual?

-El objetivo fundamental que se proponen es digno de admiración: producir hombres libres e ilustrados. Pero justamente el hecho de que se hayan organizado con arreglo a categorías sexuales -la liberación de la mujer, la liberación homosexual, la liberación de la mujer en el hogar- es en extremo perjudicial. ¿Cómo se puede liberar efectivamente a personas que están ligadas a un grupo que exige la subordinación a ideales y objetivos específicos? ¿Por qué el movimiento de liberación de la mujer sólo debe reunir a mujeres? Para serle franco, ¡no estoy seguro de que aceptaran la adhesión de los hombres! Muchas veces, las filiales locales de los movimientos homosexuales son en la práctica clubes privados. La verdadera liberación significa conocerse a sí mismo y con frecuencia no puede alcanzarse por intermedio de un grupo, sea cual fuere.

-Hasta ahora la acción de masas parece haber sido eficaz.

-De todas formas, el pensamiento individual puede mover montañas? y hasta doblar cucharas. Y es el conocimiento el que estimula el pensamiento. Por eso, en libros como Las palabras y las cosas y La arqueología del saber traté de estructurar de manera orgánica el saber en esquemas de comprensión y acceso inmediatos. La historia es saber y, por lo tanto, los hombres pueden conocer a través de ejemplos de qué manera, en el transcurso de épocas pasadas, se afrontó la vida y se resolvieron sus problemas. La vida misma es una forma de autocrítica, dado que, aun en las más mínimas elecciones, es preciso efectuar una selección en función de múltiples estímulos. En La arqueología del saber intenté analizar el sistema de pensamiento que me es personal y el modo en que llegué a él. Se trata, con todo, de una operación que no habría podido llevar a cabo sin la ayuda de una buena cantidad de escritores y filósofos que estudié a lo largo de los años.

-A pesar de sus vastos conocimientos, o quizás a causa de ellos, hay muchas cosas que lo contrarían.

-Miro mi país, miro los demás países y llego a la conclusión de que carecemos de imaginación sociológica y política, y ello en todos los aspectos. En el plano social sentimos amargamente la falta de medios para contener y mantener el interés no de intelectuales, sino del común de los mortales. El conjunto de la literatura comercial masiva es de una pobreza lamentable, y la televisión, lejos de alimentar, aniquila. En el plano político hay en la hora actual muy pocas personalidades que tengan gran carisma o imaginación. ¿Y cómo podemos pretender entonces que la gente haga un aporte valedero a la sociedad, si los instrumentos que se le proponen son ineficaces?

-¿Cuál sería la solución?

-Debemos empezar por reinventar el futuro, sumergiéndonos en un presente más creativo. Dejemos de lado Disneylandia y pensemos en Marcuse.


-No ha dicho nada de sí mismo, del lugar donde creció, el modo como se desenvolvió su infancia.

-Querido amigo, los filósofos no nacen? son, ¡y con eso basta!

Traducción: Horacio Pons.



El poder, una bestia magnífica

Michel Foucault

Siglo XXI

Subtitulado Sobre el poder, la prisión y la vida, este volumen, que la editorial Siglo XXI editará en la Argentina en octubre, recoge entrevistas y una serie de artículos dispersos que retoman algunos variada obra.de los temas centrales que abordó el pensador francés a lo largo de su amplia y



domingo, 16 de septiembre de 2012

La escuela en tiempos de dispersión

 Revista Ñ - online


  • IDEAS
  • 04/09/12

La educación hiperconectada

La antropóloga Paula Sibilia analiza una metamorfosis cultural: ¿es obsoleta la escuela en la era de Wikipedia?

POR FERNANDO PEIRONE


La educación hiperconectada



Convivimos con formas de subjetivación y maneras de actuar en el mundo que distan de ser comprendidas, más aún de ser gobernadas y asimiladas institucionalmente. La escuela, sin ir más lejos, recibió su rol en un mundo que se concebía real, sólido, seguro, profundo, perdurable, nacional y controlado; pero hoy forma parte de un contexto virtual, discontinuo, ambiguo, frágil, viral, líquido, evanescente, global y huidizo. ¿Cómo afronta la escuela esa metamorfosis cultural? ¿Se ha vuelto –como sostienen algunos– obsoleta y gradualmente incompatible con los cuerpos y subjetividades de la época?

Estas son las preguntas con que Paula Sibilia da inicio al ensayo ¿Redes o paredes? La escuela en tiempos de dispersión. Sin remilgos, la prestigiosa antropóloga argentina, actualmente radicada en Brasil, enfrenta una de las derivas más ostensibles de la época, interpelando tanto el sentido de la institución escolar –en sus distintos niveles– como el de sus métodos pedagógicos.

En el planteo de Sibilia, claro, late una duda mayor: ¿está la escuela en condiciones de revisar la matriz de sus prácticas inerciales y acompañar la nueva configuración social en tránsito resignificando su rol y su quehacer? La duda se sostiene en la tensión de dos inclinaciones que acompañan a la escuela desde siempre. La de integrar el lote de “instituciones de encierro” que llevó adelante la inmensa cruzada disciplinante de la modernidad; y la de –aquellos que, habitándola, intentan– favorecer pedagogías orientadas a la emancipación y el pensamiento crítico.

Ya en La educación alterada. Aproximaciones de la escuela del siglo XXI, un trabajo colectivo de 2010, Sibilia revisaba En ¿Redes o paredes?, en cambio, reconstruye el derrotero de la institución escolar como partícipe necesario de un proceso más amplio, en el que sucesivamente se concibió al alumno como ciudadano, cliente, mercancía y consumidor, para después abundar en sus desagregaciones: el bullying (violencia escolar), las deserciones, el aburrimiento y los reality shows de nuestros días.

Lo hace sabiendo que la educación tal vez sea el campo disciplinar más permeable para desplegar una discusión epocal. Su sensibilidad y su inquietud hicieron que fuera el ámbito donde más tempranamente se haya percibido la magnitud de los cambios que transitamos y donde más interés se ha demostrado para entenderlo y abordarlo, incluso más que territorios especialmente afectados, como el de los medios gráficos y la industria cultural, que aún no han logrado desarrollar modelos de negocios alternativos y satisfactorios.

Este es el punto de apoyo de ¿Redes o paredes?, pero también –hay que decirlo– de fenómenos virales como el de La educación prohibida, la película del joven German Doin, que muestra la escuela como una perpetua picadora de carne infantil y pondera dudosas pedagogías alternativas ( anche privadas), sin discriminar el rol democratizador de la cultura que tiene la escuela pública en un mundo desigual, y sin siquiera plantearse –como Sibilia– el desfasaje respecto de un entorno epocal que demanda un evidente aggiornamiento.

Hace ya cuatro décadas, dice Sibilia, que la disciplina y la ética puritana entraron en jaque y dejaron de ser las grandes fuerzas impulsoras del capitalismo, empujando a la escuela progresivamente hacia la crisis que transita actualmente. Hoy, la sociedad que tomaba a la cárcel como modelo de referencia para el resto de las instituciones, sin desaparecer, ha mudado hacia una sociedad informatizada a escala global y hacia Internet, como una suerte de institución multifacética y modélica que infiltra las paredes de la escuela sin necesidad de derribarlas físicamente. Pero la apertura hacia los nuevos dispositivos digitales que alientan los gobiernos de diversos países, advierte Sibilia, no implica un horizonte matemático: la conexión disuelve el espacio aula-pupitre-pizarrón, pero también diluye el tiempo que gravitaba sobre la subjetivación para la planificación personal. Es decir, si el espacio y el tiempo se vuelven caóticos, es menester desplegar estrategias activas para intervenir en busca de cohesión y pensamiento.

“Nadie sabe qué va a pasar cuando el dispositivo pedagógico y las redes informáticas –dos universos otrora incompatibles– se terminen de fusionar o entren en colapso”, remata la autora de El hombre post-orgánico y La intimidad como espectáculo. En este sentido, el libro es un saludable debate sobre el futuro de una de las instituciones más estables de la modernidad, ya que si bien la escuela, debido a su encierro y su rigor, logró sortear los muchos vaivenes del mundo exterior, hoy enfrenta un gran desafío frente la hiperconexión y prácticas que rehúyen la vigilancia, trascienden los muros y alientan la dispersión.
Resta saber si esta aventura contemporánea en la que desplegamos nuestras biografías, pero sobre todo en la que se proyecta la de nuestros hijos, es una instancia de emancipación o una afirmación de los mecanismos de control. Resta, pues, saber si la escuela podrá asociar sus prácticas pedagógicas a experiencias colaborativas, como las de Wikipedia. Es decir, a la conformación de un esquema institucional más acorde con las nuevas subjetivaciones y las nuevas maneras de actuar en el mundo que mencionábamos al principio. O si podrá más su matriz moderna, desalentando –una vez más– la emergencia y la consolidación de un nuevo concepto de lo político.

Memoria transactiva


Daniel M Wegner Profesor de Psicología en la Universidad de Hardvard.

Nota publicada en Ñ el 15/09/2012. "El nacimiento de la cibermente": pág 19

"... memoria transactiva como una forma de entender la mente grupal. Observamos que nadie recuerda todo. Cada uno de nosotros en una pareja o grupo recuerda en cambio algunas cosas personalmente, y luego se puede recordar mucho más descubriendo lo que otro puede saber que nosotros no sabemos. De esta manera participamos de un sistema de memoria transactiva ..."

"Los grupos sociales comúnmente dependemos de esta forma de socialización de la memoria, no sabiendo todos los mismo, sino especializándonos. Y ahora hemos agregado nuestros aparatos inform áticos a la red, dependiendo, para la memoria no sólo de personales sino también de una nube de personas vinculadas y de dispositivos especializados llenos de información."

Interesante dos preguntas que hace en el artículo:
¿Esta dependencia de la computadora ha vuelto estúpida a la gente?
¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo nos volvimos tan dependientes de los aparatos?


Material encontrado en la web.

Página oficial de Harvard de Wegner.
http://www.wjh.harvard.edu/~wegner/tm.htm

En la página aparece artículo del año 2011: "Google Effects on Memory: Cognitive Consequences of Having

Information at Our Fingertips"


Hasta el momento no puedo diferenciar de inteligencia distribuida socialmente y físicamente de Perkins.

domingo, 9 de septiembre de 2012

La moral de la risa

Nota publicada en Ñ 31/8/2012
Autor Andrés Barba
Lo que me interesa. La idea que trae del filósofo Henri Bergson y filósofo alemán Peter Sloterdijk sobre la risa. Se relaciona con categoria que trabajamos del humor,  la clase divertida, la clase aburrida.

Link a la nota:
La moral de la risa

Transcribo párrafos de la nota.

Todo esto para llegar a un punto al que Henri Bergson (uno de los filósofos que más acertadamente han pensado la risa y del que ahora Godot reedita su Ensayo sobre el significado de la comicidad , con una nueva traducción de Rafael Blanco) llegó en sus primeros análisis; que la risa es un fenómeno que se articula esencialmente a través de la inteligencia: “En un mundo de inteligencias puras en el que hubiese sido aniquilado el sentimiento, tal vez no se llorase más, pero desde luego se reiría”.
Un hombre sobre el que se triunfa mediante la risa es, inevitablemente bajo los presupuestos de Hobbes, un hombre al que se degrada. La polis como estructura detecta de inmediato este poder subversivo y degradante de la risa y la delimita para salvaguardar aquello que considera que no debe ser degradado en aras a la solidez de las instituciones, o de lo sagrado, en las que se funda. Tal vez no haya signo más claro de la conciencia autoritaria de una nación (o de una religión) que esta denegación de la risa con respecto a ciertos objetos o bajo ciertos presupuestos.

Fue muy curioso, por ejemplo, en el zarandeado caso de la ganadora del Oscar a la mejor película extranjera 1997 La vida es bella de Roberto Benigni, la forma en la que ciertas comunidades judías se levantaron en contra por la manera non sancta o frívola al menos con que se trataba el tema del Holocausto, tan extraño como que el único Premio Nobel superviviente del exterminio (Imre Kertesz) defendiera la película a capa y espada frente al aparentemente más respetuoso melodrama de Spielberg La lista de Schlinder a la que calificó, directamente, de “repugnante”.

No hay risa sin moral, porque reír tal vez sea uno de los gestos más morales, elocuentes y difíciles de falsear que puede hacer el hombre. La risa es, en ese sentido, un acontecimiento colectivo, y la comedia burguesa (y todas sus variaciones, desde Mucho ruido y pocas nueces hasta nuestras adoradas películas de Woody Allen, que no son más que la enésima versión del género) se construye precisamente sobre personajes que se han alejado de las convenciones sociales y que reciben un castigo que produce un “efecto correctivo”, o sobre un personaje ridículo que posee nuestras obsesiones, angustias y frustraciones pero en un grado desmesurado y risible. Woody Allen, en su pequeño receptáculo humano es siempre contenedor de angustias existenciales sobredimensionadas, fobias de todo tipo, apetitos sexuales incansables, porque sabe, como dijo Chaplin, que “si fuera 20 cm más alto le costaría mucho más trabajo hacer reír”



Capusotto pertenece en ese sentido al linaje de humoristas cuyo padre podría ser Lenny Bruce. La línea de lo risible la marca de alguna manera el humorista pero en una avanzadilla en la que lentamente va acorralando al que ríe. A ratos parece que todo el juego del humorista es el de cruzar la línea de evaporación en la que termina la risa y comienza la indignación, es decir, donde acaba la inteligencia y comienza el sentimiento. “Sentimiento” es aquí un término particularmente clave. En uno de los ensayos más reveladores y determinantes de nuestra era La crítica a la razón cínica , el filósofo alemán Peter Sloterdijk hace como de pasada un diagnóstico que sin duda es definitivo a la hora de tratar el tema del humor en el siglo XX: “Uno de los más activos generadores de conflictos y malentendidos de nuestra época es el de contestar a un razonamiento con un sentimiento”, es decir, oponer, en igualdad de condiciones y durante un debate, un sentimiento a una idea. “Si un interlocutor expone una idea y su oponente le contesta con un sentimiento estamos condenados a no entendernos” y es terrorífico comprobar la innumerable cantidad de ocasiones en las que esto se produce. Sin ir más lejos, y retomando el punto del que surgía este pequeño artículo, en el tema del humor. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se produjo una triple hecatombe en la que Occidente dejó de confiar en los tres pilares en los que había fundado su civilización, a saber: la razón, la religión y la democracia.

La desconfianza del humor no es más que una manifestación de la desconfianza en la razón y es que, como muy bien supo ver Bergson, la risa se despliega esencialmente sobre la confianza en las ideas. A nuestra amiga que salía indignada de la película de Sacha Baron Cohen tal vez habría que decirle algo que no parece tan claro: que el hecho de que alguien utilice la democracia como motivo central de un chiste no inhabilita en absoluto la posibilidad de la democracia. Parece claro y no lo es tanto: esa desconfianza generalizada en la razón, las ideas y en la posibilidad de un verdadero intercambio ha generado este estado internacional en el que el humor está siendo cada vez más peligrosamente puesto en tela de juicio. El miedo a reír se extiende como una nueva e insospechada plaga bíblica sobre la Tierra porque parece imposible un chiste que no se haga aparentemente a costa de alguien. La sensación de que hemos perdido nuestra dignidad hace que nos levantemos en armas furibundamente cada vez que alguien parece ponerla en tela de juicio con un chiste. Pone de manifiesto en realidad lo que sospechamos y no queremos confirmar; que la hemos perdido y que no queremos reconocerlo. Si tan seguros estuviésemos de nuestra dignidad no sentiríamos que un chiste la pone en compromiso.